Edith Piaf era una maravillosa cantante.
Su voz, como un gorjeo de
pájaro fue la que hizo que se la llamara “ El gorrión de “ París”.
Se la es cuchaba con
unción, tanto si cantaba una hora, como si permanecía sobre el escenario una
noche entera. Su voz era atrapante.
Fue ídolo en el mundo
entero en la década de los 40 y 50.
Comenzó cantando en la calle,
para pedir después de cada canción una colaboración monetaria. Así comenzó su
vida artística, cuando apenas tenía 19 años. Pero en ese momento dio la casualidad
que la escuchara un productor famoso en aquel tiempo, de apellido Lepleé, y la
contratara para cantar en un cabaret de París.
Era pequeña y sumamente
delgada, y la hacía más delgada aún el hecho de que siempre vestía de negro.
Su madre la había abandonado
muy pequeñita, poco después de nacer, y vivió durante años durmiendo en la
calle y en los bancos de las plazas.
A los 15 años tuvo una
hija que murió de meningitis siendo un bebé. Es indecible lo que habrá sufrido,
porque una de las muchas etapas tristes de su vida fue que a los pocos meses de
conocer a Lepleé, este falleció y se le
acusó de haberlo asesinado.
Tal vez su canto resultaba tan emotivo porque
transmitía la soledad y la amargura que había vivido durante su corta vida. Su
carácter fuerte se transmitía también en sus canciones. Parecía tener un
compromiso con la vida de salir adelante, pese a todo.
Amó a los hombres con la
misma pasión avasallante con que amó a su canto.
Después de la guerra
conoció a Marcel Cerdán, que fue uno de sus grandes amores, y con el que vivió
etapas sumamente felices de su vida. Pero nuevamente la vida (o la muerte,) le
hizo una mala jugada, y éste murió en un accidente aéreo.
Nuevamente volvió a vivir su soledad. Pasaron
los años y su vida artística creció en alto grado, así como también creció el
desorden de su vida privada. Llegó a ser una estrella famosa, grabando muchos
discos, y a la vez firmando y cumpliendo muchos contratos. Pero por otra parte por otra parte vivió varios romances truncos y
tormentosos, cometió errores imborrables en el manejo de sus economías,
sufriendo para colmo en el transcurso de este tiempo, varios accidentes
automovilísticos.
Esta vez, si, el sentirse
tan sola seguramente sufrió una depresión que la llevó al borde de la locura,
intentando suicidarse. Se hizo alcohólica y adicta a las drogas, llegando a
tener por estas razones varios comas hepáticos, y ser sometida a varias curas
de desintoxicación.
Cuando logró salir de
estas situaciones, y a pesar de todo lo pasado, decía “que amaba la vida” y se aferraba a ella con desesperación, pero no
ya con la misma fuerza de antes. Nuevamente
a los 45 años estuvo a punto de morir. Los médicos creían que no podían
salvarla. Pero nuevamente logró recuperarse,
y unos meses después se presentó en el Olimpia de París, y cantó mejor que
nunca, como nunca lo había hecho.
Al poco tiempo conoció al
griego de 23 años de edad, y se casó con él. Este fue el compañero último de su
vida, en quien encontró un aliado para su eterna soledad.
Así, contenida y
acompañada, al poco tiempo de casarse, en el año 1963 murió en París.
Quedó en el mundo la
sensación de haber perdido un símbolo del canto, que se abrió camino a golpes
en la vida.
Es “El Gorrion de París”.