lunes, 2 de noviembre de 2009

Encontrando la Felicidad


Voy a contar algo dicho por un médico, el Dr. Béran Wolfe:
“Uno de mis pacientes, afortunado, económicamente bien, comerciante, a quien sus muchas ocupaciones pero también su gran egoísmo, no le dejaban, según él, un minuto para el prójimo, le dí cierta vez este consejo:- Vaya a la Estación de trenes, y busque entre las personas que están allí siempre, alguna a la cual pueda Usted prestarle un servicio”.-
Este señor prometió hacerlo, más como quien acepta con un capricho, que como enfermo que sigue las indicaciones de su médico.Encontró entonces en la estación una pobre mujer ya entrada en años que lloraba desconsoladamente. Era una campesina que había llegado recién a la ciudad y había perdido la dirección de la casa de su hija, encontrándose pedida en esa ciudad desconocida para ella.
Mi paciente, dispuesto a cumplir con lo que me hubiera prometido, se hizo cargo de la situación, buscó la dirección en una guía telefónica, y acercó a la señora hasta tomar un taxi, dándole al chofer las señas de la casa, que se encontraba al extremo opuesto de la ciudad. A su vez, la acompañó, y por el camino compró unas rosas que obsequió a la señora. Esta le agradeció abrazándolo y derramando lágrimas de gratitud.
En cuanto dejó a la señora en casa de su hija, sonriente y feliz, con el ramo de rosas en sus manos, tomó su teléfono y me dijo, (después de referirme lo sucedido): “Doctor, Soy otro hombre. Siento que tengo corazón”-
¿En que consiste pues, la felicidad? He aquí mi respuesta: La felicidad es atributo y consecuencia de una vida bien empleada. Es etérea.
Quien aspire a verla de cerca, no la busque lanzándose por los caminos de la ilusión. Búsquela en torno suyo, entre los seres que lleven una existencia activa y provechosa.
A poco de reparar en la vida de las personas verdaderamente felices, echaremos de ver que todas traen algo entre manos: una quiere hacer un bote, otra componer una sinfonía, ésta educar a su hijo, aquella, llenar su jardín de flores cada vez más hermosas.
Pero ninguna andará buscando su felicidad como buscamos el botón, que, al ir a ponerlo en la camisa se nos escurrió de las manos y fue a parar debajo de la cama. Simplemente, haberle encontrado a cada hora que vivimos su empleo, deja en nosotros, al terminar el día una sensación de felicidad.
Nunca será feliz quien al mirar el mundo, vea siempre en primer término, su propia persona. Vivir solamente para nosotros, nos expone de continuo a que acaben por parecernos monótonas nuestras ideas e insípidos nuestros gustos.
Lo importante es tomar parte en cualquiera de los empeños cuyo propósito sea el bien común.
Por lo tanto, envejecer dichosamente es un arte que debe empezar a cultivarse desde la juventud.
Ciertamente la vida nos enseña mucho.Pero a la humanidad le está haciendo falta echar a andar la civilización, aun más fuerte.
A cualquiera que al entenderlo así entienda igualmente, y con claridad la parte que en tal esfuerzo le corresponde, no le parecerá nunca la vida monótona ni pesada”
Transcribí estas sabias palabras porque pensé que con ellas ya puedo estar haciendo algo para ayudar a aquellos que buscan desesperadamente la felicidad sin encontrarla. Y muchas veces, siempre, en el más simple motivo está presente, pero no la ven.