jueves, 20 de diciembre de 2012

Edith Piaf

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Edith Piaf era una maravillosa cantante.
 
Su voz, como un gorjeo de pájaro fue la que hizo que se la llamara “ El gorrión de “ París”.

Se la es cuchaba con unción, tanto si cantaba una hora, como si permanecía sobre el escenario una noche entera. Su voz era atrapante.

Fue ídolo en el mundo entero en la década de los 40 y 50.

Comenzó cantando en la calle, para pedir después de cada canción una colaboración monetaria. Así comenzó su vida artística, cuando apenas tenía 19 años. Pero en ese momento dio la casualidad que la escuchara un productor famoso en aquel tiempo, de apellido Lepleé, y la contratara para cantar en un cabaret de París.

Era pequeña y sumamente delgada, y la hacía más delgada aún el hecho de que siempre vestía de negro.

Su madre la había abandonado muy pequeñita, poco después de nacer, y vivió durante años durmiendo en la calle y en los bancos de las plazas.

A los 15 años tuvo una hija que murió de meningitis siendo un bebé. Es indecible lo que habrá sufrido, porque una de las muchas etapas tristes de su vida fue que a los pocos meses de conocer a  Lepleé, este falleció y se le acusó de haberlo asesinado.

 Tal vez su canto resultaba tan emotivo porque transmitía la soledad y la amargura que había vivido durante su corta vida. Su carácter fuerte se transmitía también en sus canciones. Parecía tener un compromiso con la vida de salir adelante, pese a todo.

Amó a los hombres con la misma pasión avasallante con que amó a su canto.

Después de la guerra conoció a Marcel Cerdán, que fue uno de sus grandes amores, y con el que vivió etapas sumamente felices de su vida. Pero nuevamente la vida (o la muerte,) le hizo una mala jugada, y éste murió en un accidente aéreo.

 Nuevamente volvió a vivir su soledad. Pasaron los años y su vida artística creció en alto grado, así como también creció el desorden de su vida privada. Llegó a ser una estrella famosa, grabando muchos discos, y a la vez firmando y cumpliendo muchos contratos. Pero por otra parte  por otra parte vivió varios romances truncos y tormentosos, cometió errores imborrables en el manejo de sus economías, sufriendo para colmo en el transcurso de este tiempo, varios accidentes automovilísticos.

Esta vez, si, el sentirse tan sola seguramente sufrió una depresión que la llevó al borde de la locura, intentando suicidarse. Se hizo alcohólica y adicta a las drogas, llegando a tener por estas razones varios comas hepáticos, y ser sometida a varias curas de desintoxicación.

Cuando logró salir de estas situaciones, y a pesar de todo lo pasado, decía “que amaba la vida”  y se aferraba a ella con desesperación, pero no ya con la misma fuerza de antes.  Nuevamente a los 45 años estuvo a punto de morir. Los médicos creían que no podían salvarla.  Pero nuevamente logró recuperarse, y unos meses después se presentó en el Olimpia de París, y cantó mejor que nunca, como nunca lo había hecho.

Al poco tiempo conoció al griego de 23 años de edad, y se casó con él. Este fue el compañero último de su vida, en quien encontró un aliado para su eterna soledad.

Así, contenida y acompañada, al poco tiempo de casarse,  en el año 1963 murió en París.

Quedó en el mundo la sensación de haber perdido un símbolo del canto, que se abrió camino a golpes en la vida.

Es “El Gorrion de París”.       

 

 

 

lunes, 3 de diciembre de 2012

Como desechar malos háitos


Se ha comprobado que los hábitos en nuestra vida, son poderosamente más fuertes que la misma naturaleza.  Aunque parezca irreal, es así que son uno de los más  poderosos motores de conservación de la sociedad. Por eso entonces, deberemos tener en cuenta hacer de nuestro sistema nervioso un  fuerte aliado en vez de un enemigo.

 Debemos cuidarnos de adquirir costumbres perjudiciales, que a veces son muy contagiosas, así como nos cuidamos  de una grave enfermedad.

La indecisión es un lamentable signo de debilidad.  Las personas indecisas son dignas de lástima.

Inspiran lástima porque pierden la mitad de su vida estudiando si harán o no harán tal o cual cosa, que a la postre saben muy bien que no les será beneficiosa.

 ¿Porqué entonces no decir NO?, y tema resuelto.

Para desechar un hábito, se deben tener en cuenta varias cosas.

Primero, debemos acompañar a nuestra resolución de abandono del mismo con la firmeza que nos puedan dar todos los recursos a nuestro alcance, además de la firmeza del “No va más”.

Esto nos va a ayudar a sentirnos poderosos, y ni siquiera se nos ocurrirá la idea de abandonar la empresa. Y cada día nos sentiremos más fuertes, si pensamos que no cejaremos por nada en nuestro empeño.

Por lo tanto, no nos daremos tregua  en el mismo, hasta que nos demos cuenta, que lo que quisimos dejar, (nuestro hábito), ya definitivamente está desarraigado. Porque si lo hubiésemos puesto en duda en algún momento de nuestra decisión, seguramente tendríamos que empezar de 0 y es una pérdida de tiempo. (El tiempo es oro).

Además, nos sorprendería darnos cuenta, cuan pronto dejamos de desear algo, cuando no nos damos el gusto nunca de obtenerlo. Al fin, y practicando este método, logramos olvidarlo.

Pero primero que nada, tenemos que concientizarnos, que para lograr estas cosas, siempre tendremos que obrar con firmeza. Sin vuelta atrás. No debemos, bajo ningún concepto levantarnos cada día con una idea diferente.

Esto, seguramente nos acercará cada día que pasa a lograr nuestro objetivo.

Deberá priorizarse nuestra voluntad, que es un conjunto de  tendencias a obrar de un modo firme y seguro en cada una de las circunstancias importantes de nuestra vida.

Y circunstancias importantes de nuestra vida, y en nuestra vida, hay buenas y malas por cierto. Pero todas ellas, buenas o malas debemos aprender a encararlas con firmeza y voluntad. Con la seguridad interior, que lo estamos haciendo de acuerdo a nuestros deseos. Porque el resultado después se encargará de darnos la respuesta que merecemos, por como lo hicimos.