Tener paciencia y acostumbrarse a esperar cuando esto es necesario no es una virtud ni facultad con la que podemos contar en los tiempos agitados y complicados en que vivimos.
Pero podemos eso sí, considerarnos personas civilizadas si mantenemos y practicamos habitualmente nuestro autocontrol, tan importante y necesario, y que a su vez nos ayudará mejorar nuestra calidad de vida.
Hay reglas que seguramente podemos cumplir, aunque a veces nos cueste un poco.
Ser flexibles y respetar normas establecidas, que tambien en ciertos casos las consideramos injustas, es entonces, fundamental.
Por lo tanto, alejemos los prejuicios y tratemos de entender de alguna forma a los demás si los demás no nos entienden a nosotros. Y si nos entienden, tanto mejor.
Ser comprensivos con los compañeros de trabajo, con la familia, etc., no significa que no expresemos lo que pensamos cuando algo no nos cae bien . Pero en general, hablar con tranquilidad, sin gritos y sin palabras hirientes, nos ayudará a comprendernos y seguirnos amando. Después, cuando lo razonemos friamente, nos daremos cuenta que fue lo mejor que pudimos hacer.
Otra forma de tranquilizarnos cuando notamos que nuestra paciencia llega a un límite, puede ser ponernos a practicar una actividad que nunca antes pusimos en práctica. Siendo algo nuevo para nosotros, nos hará pensar y salir del centro en que estabamos metidos.
Puede ser un ejercicio físico como caminar, andar en bici, salir simplemente a respirar aire puro, en fin, mil cosas que nos sirven de terapia.
Cuando una situación nos desagrada, tratemos de indagar en nuestro interior que o cuantas razones tenemos para sentirnos mal. Talvez mientras pensamos nuestro malhumor se aleje poco a poco hasta perderse en la nada, que será lo mejor que nos pueda ocurrir.
Seguramente, y en la mayoría de los casos, unos minutos de reflexión nos ayudan a ver más claras las situaciones que no nos gustan mucho, y cambiarlas por otras mejores.
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